Hoy en día, está claro que la transformación digital no va de lanzar un producto tecnológico nuevo o desarrollar una nueva experiencia para el cliente. No se trata de una simple automatización de procesos, más bien de crear una forma totalmente nueva, holística e innovadora para que los equipos trabajen y para que las empresas funcionen.

El objetivo de la transformación no es adoptar nuevas tecnologías más rápidamente, sino cambiar nuestro comportamiento y garantizar que nuestra fuerza de trabajo y sus habilidades permanezcan relevantes.

Muchas veces, el tipo de cambio de comportamiento que se requiere conduce a desordenes y disfunciónes. Pero ese caos es temporal y esencial para el proceso. Créalo o no, la incomodidad es una señal de que la fuerza de trabajo está siendo desafiada y realmente está aprendiendo a trabajar de nuevas maneras.

Incluso quedarse corto en los objetivos proporciona datos valiosos y la oportunidad de rediseñar el modelo de negocio para el crecimiento futuro. En cualquier organización, grande o pequeña, el miedo al fracaso nos lleva a posponer las decisiones difíciles. Evitamos admitir lo que no sabemos; nos aferramos a los procesos antiguos. Y permitimos que las organizaciones se estanquen como resultado.

En medio de la transformación, los gerentes pueden quedar blindados por los procesos antiguos. Si queremos crear negocios más ágiles y adaptables, tenemos que mejorar para revertir nuestros instintos más aversos al riesgo.

Al igual que Tom Puthiyamadam indica el su interesante artículo en strategy + business , cuando nosotros comenzamos una implantación de Miplanning nunca llevamos ideas preconcebidas, si no que nos adaptamos a las necesidades únicas de cada cliente.

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